¿La IA acabará con las búsquedas? Compartimos nuestra visión

La IA acabará con las búsquedas en internet tal y como las conocemos. Es una premisa ampliamente compartida por los expertos hoy en día. Ahora bien, ¿hasta qué punto estamos cerca de verla convertida en una realidad palpable? ¿Lo que nos diga será 100% fiable? En este post queremos ofreceros nuestra visión a este respecto.

Encontrar algo en concreto a través de internet era inicialmente una tarea titánica. Y eso que, en ese entonces, red no era ni mucho menos tan amplia como lo es actualmente. Al principio, dependías sobre todo de directorios, ya fuera ubicados en la propia red o, incluso, encontrados a través de revistas impresas en papel. O, también, obtenidos por la vieja y confiable (o no tanto) transmisión oral entre personas. La irrupción de los primeros buscadores, en este sentido, fue toda una revolución. Es posible que para los más jóvenes la palabra Lycos evoque un concepto en lengua clásica. O, incluso, el nombre de un medicamento, pero fue uno de los pioneros. Tanto, como un AltaVista que tuvo una suerte de gemelo oscuro, nacido de hecho un año antes y con muchos ecos del film Termintaro 2: Astalavista.

La gran revolución en este sentido, no obstante, llegó en 1998. Yahoo!, inicialmente un directorio de páginas web, como tantos otros, había empezado a ganar unos años antes también mucha popularidad al incorporar funcionalidades como buscador. Había una barra en la que introducir los términos de búsqueda, pero también muchos enlaces que podían amenazar con distraer la atención del usuario. Google, en cambio, solo mostraba su nombre, la barra de búsqueda y, al principio, nada más. Sus resultados, además, parecían en todo momento mucho más relevantes que los de la competencia. Y eso fue lo que hizo que se popularizara de manera vertiginosa. Hasta ir convirtiéndose, poco a poco, en el gigante que es hoy en día.

De las palabras clave a las preguntas en lenguaje natural: la última gran revolución

En los buscadores, debías introducir palabras clave en la barra de búsqueda para obtener el resultado que andarás buscando. Con la posibilidad, incluso, de utilizar operadores booleanos clásicos (and, or y not) para tratar de afinarla un poco más. Esta última característica requería que el usuario tuviera unos ciertos conocimientos técnicos, algo que provocó que, a la postre, fuera realmente utilizada por un segmento muy reducido. Hoy en día, para encontrar algo en un buscador, seguimos basándonos en palabras clave. Los más veteranos suelen recurrir a palabras sueltas como, por ejemplo, «entradas concierto Barcelona», pero es cierto que las generaciones más jóvenes, tal vez influidas por la amplia implementación de asistentes como la aparentemente omnipresente Alexa de Amazon recurran a preguntas. Como, por poner otro ejemplo basado en el anterior, «¿Dónde puedo encontrar entradas para los próximos conciertos que se celebrarán en Barcelona?».

Esta última versión de la pregunta, precisamente, es lo que requieren los modelos grandes de lenguaje que usa la IA generativa para proporcionarnos respuestas. La idea actual, con todo, es ir un paso más allá y lograr que, en lugar de ofrecernos una serie de enlaces, la IA nos proporcione una respuesta elaborada, como si habláramos con un amigo o el dependiente de una tienda. E, incluso, hacer que nos ofrezca un texto amplio, escrito al momento con la información disponible y que, por tanto, puede variar con el tiempo si le planteamos alguna cuestión más compleja. Como, por ejemplo, «Cuéntame cuáles son las últimas novedades en tecnología aeronáutica que se están produciendo en China».

En ese caso, la IA buscará la información por la red. Puede que recurra incluso a textos previamente indexados por un buscador. Y, a continuación, nos ofrecerá su versión. En un caso así, hay dos peligros. Por un lado, es posible que base gran parte de su argumentación en una pieza escrita en un medio especializado por un experto, que puede tener o no un sesgo concreto. Por supuesto, sin revelar la fuente. Y, también, que lo que no sepa, simplemente se lo invente. Sobre todo, si le hacemos más preguntas para profundizar en un tema. Es lo que se define como «alucinaciones» de la IA y, al menos por ahora, requiere en muchas ocasiones la verificación por parte humana de sus respuestas. Y eso, precisamente, puede plantear algunas dudas ante la afirmación de que la IA acabará con las búsquedas en internet tal y como las conocemos.

Aspectos clave que debemos tener en cuenta para valorar si la IA acabará (o no) con las búsquedas

En líneas generales, con todo, podemos concluir que la IA, efectivamente, acabará con las búsquedas en internet tal y como las conocemos hoy en día. No obstante, hay que tener en cuenta una serie de variables que van a afectar de manera determinante en la evolución de este nuevo paradigma. Podemos resumirlas a través de la siguiente lista:

1. De acuerdo con nuestra experiencia con los diversos modelos de IA en los últimos seis meses, las respuestas no son del todo eficientes en lo que podemos definir como respuesta primaria. En muchas ocasiones, tenemos que corregir a la IA y esta, tras pedirnos disculpas, procede a volver a intentarlo. Nos pasa, en mayor medida, tanto con ChatGPT como Copilot o Perplexity, por ejemplo.
2. Microsoft ha dado pasos en este sentido. En los últimos tiempos, ha estado trabajando en dos vertientes. Por un lado, en la IA para reemplazar al buscador tradicional. Y, por el otro, también en IA para que las herramientas ofimáticas sean más productivas. Y, además ha añadido una tercera capa, que consiste en agregar agentes a tu copiloto para automatizar fácilmente procesos repetitivos que se dan en el día a día.
3. Consideramos como muy relevante que la IA extraiga información detallada de fuentes originales. No obstante, también es importante que indique de alguna manera qué parte de su respuesta proviene de esas fuentes y qué parte proviene de su propio aprendizaje. A día de hoy, es algo que no vemos.
4. Tanto Google, antiguamente, como la IA, en la actualidad, no indica el motivo por el que selecciona como prioritaria una fuente y no otra. Sería deseable una mayor transparencia en este sentido. E indicar, por ejemplo, por qué medio, algoritmo, volumen de consultas, etc., ha seleccionado unas fuentes determinadas como prioritarias en lugar de otras.
5. Finalmente, desde nuestro punto de vista está muy claro que el que dé mejor servicio será el que gestionará el modelo de anunciantes. Tal y como sucede hoy en día, en este sentido, con Google y Google Ads.

Como conclusión, podemos señalar que el concepto de que la IA acabará con las búsquedas en internet tal y como las conocemos actualmente está ciertamente en camino de convertirse en una realidad. No obstante, esa transformación parece destinada a tener lugar, como mínimo, a medio plazo. Sobre todo, a medida que la generaciones más jóvenes, más acostumbradas a interactuar de forma diferente con la tecnología, vayan afianzando su presencia digital. Y, por supuesto, la intervención humana, en muchos casos, tendrá que mantener al menos inicialmente una cierta relevancia. Sobre todo, para evitar que posibles «alucinaciones» de la IA lleven a distribuir respuestas erróneas que puedan ser tomadas como reales.

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